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¿Cuál es el daño psíquico que las pasiones desordenadas producen en el hombre?

Efectivamente, la cogitativa o razón particular, tendrá para el Aquinate la función de regular y dirigir la sensibilidad, siendo a su vez esta misma guiada y dirigida por la razón universal.  Mediante la cogitativa, insistimos, la razón impera al apetito sensitivo de forma natural y sin violencia.

La otra vía por la cual la sensibilidad obedece a la parte superior es por medio de la voluntad. Ciertamente notamos que en los animales al acto del apetito sensitivo sigue inmediatamente la acción o el movimiento, sin ninguna resistencia y de forma instintiva; mientras que en el hombre el mismo acto del apetito sensitivo puede ser detenido y resistido por la voluntad.  Esto significa que en el ser humano las potencias motoras no se mueven sin esperar el mandato de la voluntad[1]. Por consiguiente, es la voluntad, como potencia motora principal, quien ordena a la acción a las potencias motoras secundarias como la sensibilidad, la cual nada puede hacer sin el consentimiento de aquélla.

No obstante, todo este orden no es perfecto, sino al contrario, muy lábil en el hombre.  Pues lo que tendría que ser la norma es, generalmente, una excepción.  Pues, así como del hecho de que todos los hombres tengan caries no se sigue que la norma de los dientes sean las caries, así tampoco del hecho que la mayoría de los hombres sufran desordenes en sus potencias, no se sigue que esto sea lo normal, sino lo antinatural.

La realidad es que la mayoría de los hombres nos encontramos con un gran desorden en nuestra vida interior. Esto es posible porque la razón, si bien ejerce su imperio sobre la sensibilidad, éste no se realiza de forma despótica sino política, pudiendo los apetitos sensitivos en todo momento oponerse a la razón y desordenarse. En otras palabras, existe un cierto grado de autonomía de movimiento de la sensibilidad que se rebela contra la razón y quiere imponer su ley. De esta forma, todo este magnífico orden, esta regulación perfecta de las potencias superiores sobre las inferiores puede invertirse, y ser los apetitos quienes tomen la rienda de nuestra vida espiritual. 

El Padre Bojorge, sacerdote jesuita, experto conocedor y predicador de los Ejercicios Espirituales, expresa con certeza el grave daño que estas afecciones desordenadas pueden provocar en el alma y en las potencias superiores cuando se oponen a la regla de la razón.   Al respecto él mismo nos dice[2]

‘Siendo el afecto desordenado causante de una perturbación del juicio y de una confusión del entendimiento y de la razón que impide los discernimientos más elementales y fundamentales, impide distinguir el bien y el mal. En ese ofuscamiento del juicio y la razón proliferan incontroladamente los actos injustos’

El afecto desordenado perturba el propio juicio, inhibe su justicia. El afecto desordenado no permite discernir, porque enturbia el juicio e inhibe la justicia. Por eso, en ejercicios no permite acertar en la elección y se ha de quitar, como condición previa para buscar y hallar la voluntad de Dios en la disposición de la propia vida

Las afecciones desordenadas y los cálculos humanos hacen olvidar las gracias y las promesas, así como las inspiraciones divinas para vivir según la voluntad divina y no la propia’

 

En síntesis, podemos resumir en seis las consecuencias que las afecciones desordenadas producen en el hombre:

  • Perturbación del juicio, ofuscamiento y confusión del entendimiento.
  • Imposibilidad para realizar los discernimientos más elementales.
  • Incapacidad para distinguir el bien y el mal.
  • Proliferación de actos injustos.
  • Imposibilidad para acertar en la elección y seguir la voluntad de Dios.
  • Olvido de las Gracias y Promesas divinas

 

Ahora bien, extrapolando lo que el Padre Bojorge dice a una terapia católica, un paciente que llega en estas condiciones al consultorio, evidentemente no puede ver ni juzgar los hechos que le suceden con criterio de realidad, tampoco puede discernir las causas de su problema, su mente esta enturbiada y enceguecidos sus juicios, no puede ser justo con los demás ni con él mismo, no acierta en la consideración del bien y del mal, su vida es una cadena de malas elecciones. Menos aún, si se trata de una persona católica, podrá enfocar sus facultades mentales en el conocimiento y seguimiento de la voluntad de Dios. Se trata de un alma enferma, imposibilitada para ejercer las funciones psíquicas superiores por el desorden de sus pasiones. En síntesis, una persona afectada e inmersa en este caos espiritual a raíz de su naturaleza sensitiva, sin poder de discernimiento e impedida en sus juicios más elementales, correrá inevitablemente en pecado tras pecado. 

 

El psicólogo católico deberá tener muy presente en el tratamiento de curación el rol que las afecciones desordenadas juegan en la enfermedad, ya sea como causa, co-causa o condición necesaria de la misma.

 

Mariana Laura Vogliazzo

Licenciada en Psicología - UCA- Universidad Católica Argentina 

Licenciada en Filosofía - Universidad de Morón - Argentina

 

 

 

 

[1]: ‘El apetito sensitivo se subordina a la voluntad en el orden de la ejecución, que se realiza mediante la fuerza motriz’ 1 q 81 a 3 

[2] Todas estas citas fueron extraídas del trabajo realizado por el Padre Horacio Bojorge S.I, ¡ABSALÓN, HIJO MÍO! UN EJEMPLO BIBLICO DE AFECTO DESORDENADO [EE 1]Y SUS CONSECUENCIAS, Boletín de Espiritualidad Nº 147 (1994), Revisado y corregido en agosto de 2013. https://mail.google.com/mail/u/0/#search/david+y+absalon?projector=1

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